domingo, 22 de mayo de 2011

Nunca te levantes pesimista.

En política casi todos los eventos que la definen y que nos definen suceden al borde del caos, nos movemos en la delgada línea que define la organización de la desorganización, el proyecto del azar, el compromiso político de la idiotez, el optimismo del pesimismo.

Estamos al borde mismo del caos, por esa razón debemos hacer un esfuerzo adicional de equilibrio para no caer al vacío. Para no dejarnos arrastrar del pesimismo y convertirnos, sin quererlo tal vez, en pesimistas.

El optimismo y el pesimismo no son solo dos actitudes ante la vida y como resolvemos sus dificultades y encaramos el futuro; se trata realmente de la manera de como nos relacionamos con nosotros mismos y con el resto de las personas que nos rodean. En ese sentido, el optimismo y el pesimismo nos definen. Solo podemos estar de un lado o del otro. Ante un vaso con agua a la mitad nosotros definimos si está medio lleno o por el contrario medio vacío; de la elección que hagamos depende nuestra concepción de todo lo demás.

El pesimista siempre tiene una visión negativa del futuro y lo que es peor una visión negativa de la gente. De ellos espera siempre lo peor. Descubre en todas partes las cualidades peores, las motivaciones más egoístas, menos desinteresadas. No puede, porque no quiere, establecer relaciones de confianza, productivas, ni que ayuden a su desarrollo. Si le plantean un proyecto, si le piden que se sume a una misión, no tardará en presentar todos los obstáculos, todas las dificultades con las cuales, según su particular visión, habrán de encontrarse. Para un pesimista la posibilidad de lograr los objetivos planteados solo será antesala de amarguras, desilusiones y humillaciones. El pesimista tiene un poder extraordinario de contagio. Tiene la capacidad de hacer sentir en poco tiempo, a las personas y las organizaciones, vacías, sin fuerzas, al transmitirles toda su actitud negativa y su pasividad.

Tiene éxito porque explota algunas tendencias presentes en todos nosotros y que no esperan otra cosa que ser despertadas y potenciadas: La primera es nuestro miedo al futuro. La segunda es nuestra tendencia natural a la pereza, nuestra tendencia a quedarnos quietos, cerrados en nuestra cáscara. El pesimista, en realidad, es básicamente perezoso. No quiere hacer esfuerzos.

¡NO SEAMOS PESIMISTAS!

Así las cosas, inmersos como estamos en esta difícil tarea de hacer de la política una herramienta verdadera de cambio y transformación revolucionarios, de hacer de nuestro tiempo y esfuerzo dedicado a la política un medio para brindarle a nuestro entorno, nuestra gente y nuestro país la mayor suma de felicidad posible, nunca debemos levantarnos pesimistas. En nosotros reside una posibilidad, una potencialidad de hacer grandes cosas, de llevar adelante grandes cambios y transformaciones. El estado Carabobo, inmerso igual en una larga y profunda crisis de liderazgos, nos reclama, nos solicita para dar más de nosotros. Profesionales y Técnicos es nuestra plataforma para cumplir esta exigencia. Para ello, debemos dejar de lado el pesimismo y alejarnos de los pesimistas.

Debemos convertirnos en optimistas y entusiastas; soñadores infatigables, inventores, organizadores, constructores de proyectos; creadores de estrategias capaces de contagiar a los demás y sus propios sueños. Y no se interprete este llamado, como un llamado a volvernos ciegos, ni a convertirnos en inconscientes. Pues sabemos que hay muchas dificultades y gran cantidad de obstáculos, muchos de ellos insolubles. Sabemos, por experiencia que de cada diez iniciativas, nueve fracasan. Hemos sufrido desilusiones y sabemos que en este entorno nuestro no se puede negar la existencia de la debilidad, la maldad, del egoísmo y de la mezquindad en muchos, aún en algunos que ocupan altas posiciones de liderazgo. Pero esa verdad no nos deprime, no nos hace abandonar, ni trabajar a medias.

Antes bien, esa misma realidad que es innegable e ineludible en estos momentos debe ser nuestro incentivo para forjar los cambios urgentes y necesarios que hagan falta para comenzar algo completamente nuevo, para renovar lo que haya que renovar. El terreno es fértil. Siendo optimistas, entusiastas encontraremos continuamente caminos, senderos alternativos para alcanzar los proyectos y misiones que el Presidente Chávez pone cada día a nuestro alcance. Es tarea de la dirección política llevarlos a toda la población, ser ejecutores de ellos. A partir de hoy no podemos ser otra cosa que creadores de posibilidades. A partir de hoy, no tenemos más obligación que contar con el bien, basarnos en el bien. Salimos a la calle con una misión, la de traer a los que se han alejado y fortalecer Profesionales y Técnicos; Activemos en este instante nuestra parte más creativa, más generosa y humana. Con verdadero optimismo pongámonos al servicio de la patria y de la gente. Nos toca hacer fructificar esta Venezuela nuestra. Seamos y demos lo mejor de nosotros mismos. Demostremos en grande que, actuando con compromiso, empuje, con optimismo, de manera entusiasta y generosa, las cosas son posibles. ¡Y nunca más nos levantemos pesimistas!

¡A LA CALLE, A LA CARGA, A LA VICTORIA PUES!!!

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